Balneario de Corconte

No adaptado a personas con discapacidad. Hay que llevarse la silla para la ducha. La habitación era grande, cerca del ascensor. La silla de ruedas no gira hacia la ducha porque choca con el mueble. El acceso al balneario es imposible con silla de ruedas. Es una sucesión de rampas a cada cual más peligrosa, tipo montaña rusa. Se puede ir en coche y entrar por detrás , pero no hay espacio para que pase la silla entre la pared y el vaso de la piscina. La piscina tiene escaleras con su barandilla. Es un rectángulo pequeño y los chorros se desarrollan a lo largo de su perimetro en un escalón. Peligroso incluso para personas sin problemas de accesibilidad. La puerta de acceso al hotel es giratoria. La tienen que desmontar para dejar parte fija y así acceder con la silla, lo que tuvimos que solicitar varias veces hasta que por fin la dejaron fija. El desayuno es muy malo pero la comida es excelente. El edificio es muy bonito en un paraje espectacular.

Estuvimos con un grupo del Imserso, por lo que no podemos opinar de los precios de mercado libre. Aparte del manantial termal, el principal atractivo del balneario es el edificio histórico. Es perfectamente conforme al proyecto original que cuelga a la entrada del comedor. Hay lujo de los felices años veinte (del siglo XX) en el salón de baile, la puerta giratoria de entrada, el acceso a la fuente termal..). La otra cara de la moneda es que el mantenimiento de un edificio de cien años que ha sufrido una guerra civil es una pesadilla. Así, las tarimas de pino-tea crujen, algunas ventanas están condenadas, faltan enchufes en las mesitas de noche… Puesto en los platillos de la balanza, gana el encanto por goleada. Sucede lo mismo con la ubicación, algo remota, a media hora de Reinosa en coche por buena carretera. Hay farmacia en Soncillo y gasolinera en Cilleruelo de Bezana. A cambio, se accede (con vehículo propio) a múltiples puntos de interés en las dos orillas del embalse del Ebro (Centro Ornitológico, Ermita de las Nieves, yacimiento de Juliobriga, santuario de Montes Claros, monte Hijedo, iglesia vieja de Las Rozas, playa de Arija…). Por el lado de las Merindades, Ojo Guareña y Espinosa de los Monteros. El mismo hotel facilita información de los alrededores y el Centro de Interpretación del Embalse, en el pueblo de Corconte, es un excelente punto de partida. Se trata de un balneario de verdad, no un spa para relajarse (por lo menos con el Imserso); se pasa visita médica al entrar y está atendido por personal cualificado. Todo el personal, también el de hostelería, es amable y eficaz. Alto nivel de limpieza. Como es habitual en grupos organizados, las comidas y cenas son a horas fijas y en puestos fijos; se escogen los platos de un día para otro. La comida es casera, con algunos platos locales. El postre es monótono. El desayuno destaca por servirse en la galería de piedra con vistas al embalse. El buffet es variado, con un zumo mejor que la media y pan y bollería recién horneados.

Un sitio único La calidad del descanso La amplitud y limpieza de las habitaciones El baño antiguo, pero es el encanto del pasado, agua caliente y comodidad de diez. Los paisajes, la temperatura de las habitaciones, dormir sin aire acondicionado y con nórdico en agosto Orbaneja del castillo, el puerto de la población, el desván en soncillo, la conchita en Corconte y el carloto todo embutido, pero aceptable. Hay otro restaurante en la población pero cerraba por descanso, no puedo opinar