La Posada de Pradorey

Fuimos a probar el menú de gustación con toda la ilusión del mundo, y la experiencia fue desastrosa. Llegamos con un poco antelación y queríamos tomar un vinito previo a la comida y nos echaron con cajas destempladas . Que esperáramos en la calle . Volvimos después diciendo pese al recibimiento esperamos que el menú al menos sea bueno y la comida fue un desastre El servicio pésimo, no hay palabras para describirlo, tres pequeñísimos entrantes de baja calidad, un Risotto de sémola muy soso, y unas carrilleras de jabalí malas de verdad, los postres pasables, Pedimos una manzanilla y te traen el sobre cerrado y una taza de café con agua templada . Los entremeses quieren que les comamos sin plato cuando pedimos unos platos después la siguiente camarera nos quiere retirar el pan, los platos, todo un auténtico desastre , Y el precio y el precio 50 € más el vino total un auténtico desastre para no acercarse a menos de 500 km de la posada si vas a comer

Un sitio precioso para descansar, desconectar y disfrutar en pareja. La Posada es muy bonita, bien cuidada y conservada. Su personal de diez: amables, atentos, preocupados por los clientes y muy profesionales. Ha sido un placer disfrutar de esta experiencia!!

llegamos para comer. Las mesas están muy juntas y se mezclan las conversiones. El menú degustación es curioso, pero escaso, 4 mini-platos y un mini-postre. Lo mejor el risotto de otoño y las milhojas de hojaldre. Lo peor: la panceta a baja temperatura: incomestible, la mayoría de los comensales no la consumían tras probarla. El servicio correcto, aunque algo invasivo. No es un sitio que eligiera para volver.

Espectacular la Posada de Prado Rey, con sus jornadas de Teatro barroco en Julio, de lo mejor en espectaculo teatral de Castilla, visita bodega y degustacion de vinos gama alta, Nivel TOP, calidad superior en enoturismo, imprescindible la visita.

Un sitio chulisimo y un trato fenomenal y profesional por parte de los trabajadores. Limpio y acogedor, te sientes como en familia. Ideal para descansar en un entorno tranquilo, Y si te gusta el vino, te gustara su historia. Volveremos pronto.

Lugar histórico. El edificio fue construido por el duque de Lerma. Lógicamente ha sido remodelado para alojamiento. Nuestra habitación buena aunque con problemas serios de funcionamiento de la bomba de calor (afortunadamente la temperatura ambiente era buena). El agua caliente con gran caudal y temperatura. Las instalaciones algo anticuadas. El personal inmejorable (todos: recepción, cocina, servicios). Buen desayuno, con embutidos ibéricos y queso. La comida, singular, un menú de degustación que varía solo de temporada en temporada pero que se diferencia del de los asadores de la zona (aquí no hay lechazo). La ración no es abundante, sin ser tampoco escasa. Es el alojamiento ideal para visitar las bodegas Pradorey (a 3 km.)